Por Anddy Landacay Hernández
La ciencia es fantástica. Por eso intento enseñarle a mi hija de 4 años la importancia de la misma para poder avanzar en medio de la oscuridad de los misterios del universo. Y este simple hecho se ha convertido en todo un reto (o varios) para mi habilidad de comunicador: cómo lograr que me entienda, que no se aburra y sobre todo como no caer en el enorme pecado de los eruditos: la terrible costumbre de hablar como enciclopedia.